El nombre de Domitila Chungara traspasa las fronteras de Bolivia. Su valor, su lucha incansable por la equidad y la justicia social, contra las dictaduras y por la organización de las Amas de Casa de los campamentos mineros del norte potosino, resuenan en las admiradas palabras de escritores como Eduardo Galeano, quien la recordaba así
“Recuerdo una asamblea obrera, en las minas de Bolivia, hace ya un tiempito, más de treinta años: una mujer se alzó, entre todos los hombres, y preguntó cuál es nuestro enemigo principal. Se alzaron voces que respondieron “El imperialismo”, “La oligarquía”, “La burocracia”… Y ella, Domitila Chungara, aclaró: “No, compañeros. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro”. Yo tuve la suerte de escucharla. Nunca olvidé.”
Cuando se sumó a la huelga de hambre instalada el 28 de diciembre de 1978 en el Arzobispado de La Paz por cuatro mujeres, sus hijos y sacerdotes como Luis Espinal y Xavier Albo, Domitila llevaba ya dos décadas de lucha. Su testimonio había sido fundamental para denunciar la masacre de San Juan, perpetrada durante la dictadura de Barrientos en Siglo XX y Catavi (1967). Por su trayectoria de dirigente había sido secuestrada y torturada hasta sufrir un aborto tras el golpe de Banzer de 1971. Y sin embargo, a pesar de aquello, en 1973 la encontramos nuevamente al frente de una huelga de Amas de Casa de Siglo XX exigiendo un aumento de cupo en las pulperías.
En 1975, en reconocimiento de su papel en todas estas luchas, Domitila fue llamada a representar a las mujeres de nuestro país en la tribuna del año internacional de la mujer organizado por la ONU en México. Para Domitila, correctamente, la cuestión de la igualdad de género era indisolublemente vinculada a la lucha por la acabar con la división en clase de la sociedad. Lucidamente reconocía
“…en una sociedad dividida en clases, hay una diferencia, no sólo entre la burguesía y el proletariado, sino entre las mismas mujeres: entre una mujer académica y una doncella, la esposa de un millonario y la esposa de un minero, una mujer que lo tiene todo y otra que no tiene nada.”
El feminismo de Domitila era la lucha de las mujeres que no tienen nada, no tienen estudios o trabajos que les permitan independencia y ambicionar a empleos prestigiosos. Su feminismo era el de una mujer proletaria para romper prejuicios, ponerse al frente de la lucha y conquistar su propia emancipación con la emancipación de todos los oprimidos y explotados.
Todavía perseguida por la dictadura y formada a una militancia sindical y comunista, Domitila no compartía las huelgas de hambre como método de
Domitila representa la lucha de todo un pueblo, que en su nombre se encarna. Su fuerza siempre residió en la capacidad y lucidez con que dirigió y se puso al frente de movimientos de masa que lucharon contra las dictaduras. Es por esto mismo que la muerte de Domitila inevitablemente reabre heridas todavía dolorosas en el corazón de todas las víctimas de la dictadura y en la memoria del pueblo boliviano.
No hay justicia ni perdón en el olvido. Y hasta cuando no habrá justicia no podrá haber perdón ni pacificación. En nuestra historia los únicos que hayan pagados por sus crímenes contra el pueblo boliviano han sido los ex dictadores Luis García Meza y Arce Gómez, además de los 5 militares miembros del Alto Mando responsables de las masacres de Octubre de 2003, condenados tras un histórico juicio instalado en cumplimiento de la Agenda de Octubre.
Sin embargo hay todavía impunidad en el país. El nombre de Marcelo Quiroga Santa Cruz se ha convertido en símbolo de la transparencia, pero seguimos sin conocer el paradero de los restos suyos y de decenas de activistas como él. Un lugarteniente de Luis Arce Gómez, es decir Manfred Reyes Villa, pudo postular a la presidencia del país.
Hay documentos desclasificados del Departamento de Estado de EEUU que demuestran que el golpe de Banzer fue financiado e impulsado por el
El nombre y el recuerdo de Domitila se respetan haciendo justicia y acabando con la impunidad. Encubrir el silencio y la complicidad en los mandos militares no sirve a eliminar el peligro que estos den la espalda al proceso, como queda demostrado por la actitud de los mandos de las FFAA frente al golpe cívico prefectural de 2008. Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro. El futuro del proceso pasa también por atender los reclamos de justicia de las víctimas de las dictaduras.
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