Francia
El martes 10 de mayo, el primer ministro francés Manuel Valls se vio obligado a utilizar los poderes de emergencia para aprobar por decreto la odiada Ley de trabajo o Ley El Khomri,(El Khomri es el apellido de la ministra de trabajo) sin someterla al proceso reglamentario en el Congreso, ante el temor de una rebelión en las filas del grupo parlamentario socialista.
El Frente Nacional [de extrema derecha] se beneficia de la crisis del capitalismo, del crecimiento ininterrumpido del desempleo, de la política de austeridad del gobierno “socialista”, del descrédito que sufre el partido de Nicolas Sarkozy – y por último de la incapacidad del Frente de Izquierda de unirse y constituir una alternativa creíble. Estos elementos, en conjunto, explican también el altísimo nivel de abstención, que afecta a uno de cada dos electores.
El viernes pasado, París fue el escenario de una masacre masiva en la que al menos ciento veinte y nueve personas, la mayoría chicos jóvenes que se divertían en los cafés y en un concierto de rock, fueron asesinados a sangre fría. Los asesinos, gritando Allahu Akbar, descargaron recámara tras recámara de sus ametralladoras, recargando con calma antes de matar a más personas indefensas mientras yacían a su merced en el suelo.
El reaccionario terrorismo fundamentalista islámico ha golpeado de nuevo ayer por la noche en un ataque coordinado en diferentes lugares de París, dejando más de 128 muertos y más de 100 heridos graves.
Mientras escribo estas líneas el drama en Francia acaba de ser llevado a un sangriento clímax final con la muerte de los dos hombres que asesinaron al personal de Charlie Hebdo. Este desenlace era tan inevitable como el final de una tragedia griega. No había ninguna perspectiva realista de cualquier otra. Tres días de intenso drama que capturaron la atención del mundo han terminado con veinte muertos, un número aún desconocido de heridos y una nación en estado de trauma.
El ataque terrorista contra el semanario satírico francés Charlie Hebdo ha causado una enorme ola de ira e indignación en todo el país. Por la noche, después del ataque, más de cien mil personas salieron a las calles de muchas ciudades. La repulsión suscitada entre las masas por este acto de barbarie se ha exacerbado por el hecho de que muchas de las víctimas eran muy populares y tenidas en alta estima.
La intervención militar en Mali ha comprometido a Francia en una nueva guerra imperialista. Detrás de las motivaciones oficiales, su objetivo es asegurar y ampliar las posiciones económicas y estratégicas del capitalismo francés en la región. Además de sus recursos naturales -los actuales y los potenciales - Mali, el tercer productor de oro de África, está rodeado por varios países donde las grandes empresas francesas, entre ellas Total y Areva están fuertemente implantadas. El grupo Areva obtiene en Níger un tercio de sus necesidades de uranio. Total explota el petróleo de Mauritania. El capitalismo francés domina la Costa de Marfil. Con sus vastas reservas de petróleo y gas, Argelia es el mayor socio comercial de Francia en África. Son principalmente los intereses de los grandes grupos franceses en los países vecinos de Mali los que lo convierten en una cuestión importante, desde el punto de vista estratégico, para el imperialismo francés.
Contrariamente a lo que afirman François Hollande y su gobierno, la intervención del ejército francés en Malí no tiene nada que ver con los llamados "valores de Francia", los "derechos humanos" u otras preocupaciones "humanitarias". Se trata de una intervención imperialista para proteger los intereses de las multinacionales francesas en la región.
El candidato del Frente Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, obtuvo el 11,1% de los votos emitidos en la primera ronda de la elección presidencial. Este excelente resultado es un reflejo de una campaña ejemplar que, durante varios meses, ha movilizado las energías de decenas de miles de activistas del Partido Comunista, del Partido de Izquierda y de los sindicatos, especialmente de la CGT.
La característica más llamativa de la campaña electoral presidencial en Francia es el masivo apoyo mostrado al Front de Gauche (Frente de Izquierda), bajo la dirección de Jean-Luc Mélenchon. Mucho tiempo antes de que la campaña se pusiera realmente en marcha, había señales claras de que la capa más consciente y activa de la clase obrera estaba movilizándose alrededor del Frente de Izquierda.